
Salir a caminar y oler al pasar a cada personita. Me encanta darme cuenta del potencial de cada noche cuando se acerca y me convida con algún sabor.
Hablaba mucho por no entender y luego me fui quedando callado, escuchando. Sobrias pasajeras vagando, pintando el cielo, se pintan de anaranjado mientras esta atardeciendo. Con la danza de la lentitud se infiltra el azul profundo, el violeta escondido, el negro infinito y cada estrella farol de distinto color, con distinta pasión.
Indiscutible los últimos ruidos de brisas que comentan sus viajes, de brisas calientes, de cálidas luces. Los últimos ruidos de algún árbol eterno en su ambición de quietud, bailando algún soplo, regalando ambrosía. Magia inherente, de gente sonriente que agradece.
Sucumbir encontrando palabras, desaparecer en el cajón mas hermoso donde se guardan paisajes y verdes y sepias.
Soy ese Ser que intenta seducir al día antes de irse. Hoy quiero disfrazarte de letras para encontrarte, fabricando ventanas errantes que me dejen recordarte. Le temo al olvido aunque lo se inexistente, pero en la duda te escribo y debo entenderme árbol y cielo para poder hacerlo.
De la inmensidad a la infimidad te aproximas. La simpleza de este juego me da este suspiro y la última risa: haberme dejado vagar por el río mas bello donde alguien escribe y yo ya no existo.